Dolor Crónico de Rodillas Albacete
¿Tienes obesidad de más de 10 años de evolución?
¿Has realizado algún deporte de alto impacto en nivel élite?
¿Tienes un desnivel patológico de cadera de más de 2cm?
Si la respuesta a estas tres preguntas es NO, la siguiente información puede cambiarte la vida.
El Dolor de Rodillas No Es un Problema de Rodillas
Si te duelen las rodillas, es probable que pienses que el problema está ahí. Que el cartílago se ha desgastado, que tienes una inflamación o que la artrosis por la edad está pasando factura. Pero aquí va una verdad incómoda: el dolor de rodillas casi nunca es un problema de rodillas.
Las rodillas no trabajan solas
Son una bisagra que transmite fuerzas entre la cadera y los pies. Cada paso que das, cada vez que te levantas de una silla o subes un escalón, tu cuerpo distribuye las cargas entre estas tres estructuras. Si una de ellas falla (cadera o pie), las rodillas pagan el precio por estar en medio.
Pero... ¿Por qué duelen tus rodillas en realidad?
Porque algo en tu cuerpo está descompensado. Si tu cadera no estabiliza bien, tus rodillas absorben el impacto. Si tus tobillos han perdido movilidad, las rodillas se ven obligadas a moverse más de la cuenta fuera de su eje natural. Si pasas años con una mala postura o una forma incorrecta de caminar, la rodilla se convierte en el punto de choque de todas esas tensiones mal gestionadas. Si usas plantillas por un antiguo dolor en el pie, es 100% seguro que se haya creado una compensación secundaria en la musculatura que envuelve tus rodillas.
El problema es que solemos tratar el dolor de rodillas como si fuera un problema local. Hielo, antiinflamatorios, infiltraciones, fortalecimiento del cuádriceps… soluciones parciales que pueden dar alivio temporal, pero que no resuelven el origen del problema. Porque el problema no está en la rodilla, sino en cómo se están moviendo todas las estructuras alrededor de ella.
¿Y si me han diagnosticado un desgaste real?
Ese diagnóstico es un motivo más que alimenta la cronificación de tu dolor. Te lo explicamos:
A todo el mundo nos pueden diagnosticar decenas de desgastes estructurales en todo el cuerpo. Pero estos diagnósticos solo se deberían de realizar una vez se haya descartado un problema funcional mayor.
Por el contrario, lejos de acercarte a encontrar una solución, te hunde más en el pozo por haberte creado un shock emocional:
"Mi rodilla está lesionada"
"Mis ligamentos se van a romper"
"Ya no voy a volver a caminar bien"
¿Cómo se soluciona?
La clave no es solo fortalecer los músculos del muslo o reducir la inflamación y mucho menos infiltrar. El primer paso innegociable será reequilibrar toda la cadena de movimiento CADERA-RODILLA-PIE
• Si la cadera no tiene estabilidad, hay que activarla.
• Si el tobillo no tiene movilidad, hay que recuperarla.
• Si el patrón de marcha es ineficiente, hay que corregirlo.
Cuando la estructura global mejora, la rodilla deja de recibir fuerzas que no le corresponden. Y cuando la rodilla deja de compensar, el dolor desaparece.
El problema no es la rodilla. Nunca lo ha sido. El problema es que nadie te ha enseñado a mirar más allá del síntoma y entender el verdadero origen del dolor.


Un caso real:
Te presentamos el caso de Pepa, un caso real de dolor crónico de la rodilla derecha:
Hace años, Pepa sufrió un traumatismo craneal que sensibilizó gravemente un grupo de nociceptores, los receptores encargados de detectar daño y alertar el sistema nervioso central.
Esta sensibilización sostenida en el tiempo de los nociceptores mantuvo a su cerebro en un estado de alerta prolongado, lo que derivó en una compensación neuromuscular en el cuello y trapecios, generando contracturas persistentes.
Esta rectificación postural alteró la posición de su cabeza, afectando la línea de visión, lo que obligó a los músculos oculares a un esfuerzo constante para mantener la mirada alineada. Con el tiempo, esta fatiga ocular resultó en mareos y cefaleas, agravando su situación.
El resto del cuerpo, comenzó a crear adaptaciones posturales debido a la alteración cervical, lo que provocó que las rodillas empezaran a sufrir tensiones anómalas debido a las alteraciones biomecánicas de su nueva postura
Pepa, amante del senderismo, notó por primera vez un dolor persistente en su rodilla derecha, que no cedió ni después de tres tratamientos diferentes
Este dolor le obligó a dejar de jugar al pádel, lo que afectó profundamente su bienestar emocional, generando un estado de frustración y rabia que contribuyó a una disfunción emocional.
Finalmente, el proceso culminó en una inflamación crónica de bajo grado, afectando los miembros inferiores y dañando el cartílago de sus rodillas.
Pepa trajo un solo diagnóstico por imagen: Condromalacia de rodilla.
Pepa realmente tiene 7 problemas.
Así se vería el problema de Pepa representado en nuestra analogía de la cebolla:


Fuente: Así cronifica el dolor
Este caso ilustra cómo la cronificación de las compensaciones, iniciada por un estímulo nociceptivo no resuelto, puede generar un complejo patrón de disfunción física y emocional que, si no se aborda en su totalidad, derivará en daños irreversibles.