Imagina que un dolor crónificado es una cebolla. El centro sería el origen del problema y las capas de alrededor son las compensaciones que lo protegen.

Cuanto más tiempo permanezca activa la disfunción central más capas de protección se crearán alrededor de ella, y cuantas más capas (compensaciones) haya, más cronificado estará el problema. Y lo que a ti te duele no es el centro, sino una de las compensaciones. Más adelante lo veremos con un caso de rodilla real explicado.

Recuerda, nuestro cuerpo siempre intentará contener o compensar cualquier disfunción estructural, hormonal o emocional.

Esta sería una disfunción “asequible” de solucionar: Un solo problema con varias compensaciones.
Pero imagina que haya hasta tres problemas diferentes con sus respectivas compensaciones cada uno. Esto es lo que nos solemos encontrar en casi todos los casos de dolor crónico de años de evolución.
Son dos las formas de solucionar un problema cronificado
  1. Detectar y revertir cada compensación una por una.

  2. Identificar el origen y solucionarlo. 

Por eso de vez en cuando sientes alivio pasajero con medicación u otras terapias, ya que estas pueden calmar temporalmente una compensación,. Sin embargo, el problema nunca se resolverá por completo hasta que se evalúen y aborden todas las compensaciones o, mejor aún, hasta que se resuelva su origen directamente.

*Ejemplo ficticio. No lo extrapoles a tu caso

Un caso real:

Te presentamos el caso de Pepa, un caso real de dolor crónico de la rodilla derecha:

  1. Hace años, Pepa sufrió un traumatismo en la nuca que sensibilizó gravemente un grupo de nociceptores, los receptores encargados de detectar daño y alertar el sistema nervioso central.

  2. Esta sensibilización sostenida de los nociceptores mantuvo a su cerebro en un estado de alerta prolongado, lo que derivó en una compensación neuromuscular en el cuello y trapecios, generando contracturas persistentes.

  3. Esta rectificación postural alteró la posición de su cabeza, afectando la línea de visión, lo que obligó a los músculos oculares a un esfuerzo constante para mantener la mirada alineada. Con el tiempo, esta fatiga ocular resultó en mareos y cefaleas, agravando su situación.

  4. El resto del cuerpo, comenzó a crear adaptaciones posturales debido a la alteración cervical, lo que provocó que las rodillas empezaran a sufrir tensiones anómalas debido a las alteraciones biomecánicas de su nueva postura

  5. Pepa, amante del senderismo, notó por primera vez un dolor persistente en su rodilla derecha, que no cedió ni después de tres tratamientos diferentes

  6. Este dolor le obligó a dejar de jugar al pádel, lo que afectó profundamente su bienestar emocional, generando un estado de frustración y rabia que contribuyó a una disfunción emocional.

  7. Finalmente, el proceso culminó en una inflamación crónica de bajo grado, afectando los miembros inferiores y dañando el cartílago de sus rodillas

Pepa trajo un solo diagnóstico por imagen: Condromalacia de rodilla.

Pepa realmente tiene 7 problemas.

Así se vería el problema de Pepa representado en nuestra analogía de la cebolla:

Este caso ilustra cómo la cronificación de las compensaciones, iniciada por un estímulo nociceptivo no resuelto, puede generar un complejo patrón de disfunción física y emocional que, si no se aborda en su totalidad, derivará en daños irreversibles.

Toda la información externa de nuestro entorno está llegando al cerebro continuamente para que tome decisiones físicas, hormonales y emocionales por nosotros

¿Por qué ocurre esto?

Porque así funciona nuestro sistema nervioso

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